domingo, 12 de agosto de 2012

La verdad... no me quería enamorar, hasta que te vi sonreír.

Camina un poquito más. Da un paso más. ¡Venga hombre! Un poquito más. ¡No! Ahí, ahí estás perfecto. Ahora quédate quieto. Tienes que hacerme caso porque si no no saldrá bien. ¡Deja de sacarme la lengua bobo! Ahora siéntate. No seas idiota, ¡no te voy a dejar caer! No podría... ¡Veeenga! Sabes que no tengo paciencia. Eso es. ¿Ahora? Solo mantén los ojos cerrados, ¡y la boca también! Si no es mucho pedir... ¡tonto! Así.
No te asustes ¿vale? Que ahora vienen turbulencias. Lo que tengo que decir no es fácil, así que agárrate y no te quites el cinturón. ¡Allá va! Te lo voy a susurrar así que abre bien los oídos. No vale solo con que oigas, tienes que escuchar...
"Te adoro". Te adoro mucho. Muchísimo.
¡No me hagas repetírtelo! Que me muero de vergüenza. Deja que continúe y no me interrumpas. Esto es difícil para mí no te burles.. ¡o atento a las consecuencias! No me sueltes una de tus risitas... ¡que te como!
Se que te he dicho cientos de veces que te adoro, y en todo este tiempo que nos conocemos no has escuchado ni un te quiero. Me cuesta decir te quiero, lo sabes. Pero también sabes que mi "te adoro", lleva muchas cosas escondidas en él. No es un simple "¡Te adoro!", de esos que se dicen porque alguien te ha hecho un favor, o porque te ha regalado algo que querías desde hacía mucho tiempo. Aunque algo tiene que ver con querer y hace mucho tiempo... Ejem, bueno, sigo. Es un "te adoro" enrevesado, complicado, como un laberinto lleno de sentimientos, en el que es fácil perderse, créeme. Yo me he perdido muchas veces. ¿Y sabes cómo acabo encontrando la salida? Con tu risa. Bueno, con una de tus cientos de risas... Está la risa que sueltas cuando estás con tu madre, en la que sin darte cuenta, la estás diciendo que la amas. Está esa otra risa que te sale cuando te sientes incómodo... ¡estás tan mono! Y también la risotada de cuando cuentan chistes que te hacen mucha gracia... ¿Y sabes cuál es la que más me gusta? Me ha costado mucho decantarme por ella, pero es que es inevitable que cuando la sueltas no me derrita... Es esa risita tan dulce de cuando digo tonterías. Te ríes y te me quedas mirando con cara de: "está loca, pero me encanta". ¡Ay...! Si tu supieras que puedes provocar a un volcán que está apunto de estallar con solo reírte... ¡con sólo sonreír! Eres tan increíble... Y esos hoyuelitos tan chiquititos que se te forman cuando sonríes... eres pura ternura. 
Podría tirarme una eternidad hablando sobre tí, sobre los defectos que tienes también ¿eh?, que sabes que son unos cuantos, ¿a que sí? ¡Mira! ¿Ves? Esa sonrisita pícara es otra de tus fantásticas sonrisas de colección... No, en serio. Te adoro tanto que podría casarme con todos y cada uno de tus defectos. Pero es que... no es solo eso. Es que dentro de ese laberinto del "te adoro", se encuentra un "te quiero". ¡Lo sé! Es una locura, una locura terriblemente bonita... que tiene nombre y apellidos, sí. Sé que es meterme en camisa de once varas, como suelo decir. Sé que es un laberinto en otro laberinto. Que me voy a complicar y seguramente te complique a ti también. Pero, dime una cosa, ¿qué sería de la vida sin esas preciosas complicaciones? Esas que nos hacen reír, llorar, vibrar, gritar, saltar de alegría... 
Eres mi locura. Mi delirio. Y aquí estoy. Como un volcán en erupción al que acabas de sonreír.... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Di lo que estás pensando: