lunes, 23 de julio de 2012

La vida no es complicada, los complicados somos nosotros.

Miedos. Temores. Confusión. Dolor. Los ingredientes perfectos para la sopa de la infelicidad.
Si os ponéis a pensar, toda nuestra vida se basa en tomar decisiones. ¿Qué cereales compro? ¿Voy al colegio o hago pellas? ¿Me fumo un cigarro? ¿Me levanto del sofá o me quedo tumbado? ¿Como macarrones o pescado?
Pero hay decisiones que son determinantes en nuestras vidas. ¿Le hablo o espero a que me hable él primero? ¿Le llamo o espero a que me llame para no parecer demasiado interesada? ¿Le muestro cariño o quizá no para que no piense que soy empalagosa? ¿Pero y si piensa que soy una pasota y se cansa?
En esta vida hay sufrimientos que no tienen palabras, ni en el mundo existe medida para explicar cuánto duelen. La muerte de un ser querido, enfermedades, accidentes, etc. Pero la segunda cosa por la que más se sufre es el amor.
La respuesta al por qué lo pasamos tan mal con el amor se encuentra en nosotros mismos. La vida no es complicada, los complicados somos nosotros. ¡No le des tantas vueltas al asunto! Háblale si te apetece, dale un beso robado, un abrazo inesperado, una caricia de esas que hacen vibrar, enamórale, hazle reír hasta que os duela el cuerpo entero...
Y aunque el miedo asome por cada rincón, dale la espalda. Arriésgate, vive al límite, comete locuras, ríete, se tú y sobre todo, nunca te arrepientas de nada de lo que has hecho.