A veces lo que esperas es peor si lo comparas con lo inesperado. La razón por la que nos aferramos a nuestras esperanzas es que lo que esperamos es lo que nos mantiene vivos, en pie, esperando.
Esperar es sólo el comienzo. Lo inesperado es lo que cambia nuestras vidas y las pone patas arriba.
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